Siguiendo el hilo de la entrada anterior (véase La mejor técnica de memorización) hoy voy a narrar una anécdota que leí hace algunos años en una entrevista a Pedro Cendón.

Pedro Cendón se hizo conocido a raíz de su participación en el programa de televisión «¿Qué apostamos?», donde los concursantes debían alcanzar retos prácticamente imposibles.

La apuesta consistía en memorizar el diccionario de la RAE para indicar en qué número de página aparecía cualquier palabra elegida al azar.

No se trata de poca cosa, pues la edición del diccionario utilizado para la prueba, la de 1992, recoge más de 83 000 términos repartidos en 1 513 páginas. ¡Ahí es nada!

Adelanto que Pedro logró acertar el número de página de las cuatro palabras elegidas al azar durante la prueba. Puedes verlo en este video del programa:

¿Cómo logró Pedro memorizar tan ingente cantidad de datos? La respuesta es simple: con «sentido común», una simple mnemotecnia y mucho trabajo.

Lo primero, como siempre, es aplicar el sentido común, analizar la tarea y buscar un modo de simplificarla (o, al menos, de no hacer el tonto).

Si observas el detalle, en un diccionario todas las palabras aparecen ordenadas alfabéticamente. Eso significa, por ejemplo, que si la palabra «hipo» aparece al inicio de la página 400 y la palabra «hola» al inicio de la 401, todos aquellos términos cuyo orden alfabético los sitúe entre «hipo» y «hola» necesariamente estarán en la página 400. Por tanto, no es necesario memorizar la posición de todas las palabras del diccionario, con saber la primera palabra de cada página, suficiente.

El «sentido común» nos acaba de ahorrar un enorme trabajo, pues de los más de 83 000 términos solo nos hará falta memorizar 1 513. Aun así, hay que asociar 1 513 términos a su correspondiente número de página; es un trabajo considerable, pero factible.

Cuenta Pedro que unos días después de aparecer en televisión lo reconoció un señor por la calle que, básicamente, vino a acusarle de hacer trampas, pues consideraba imposible que nadie fuera capaz de memorizar un diccionario... Y, bien visto, este señor tenía toda la razón, solo que la trampa consistía en detenerse a pensar y usar el «sentido común».