Ya hace mucho tiempo que la palabra «memorialín» cayó en desuso, pero antiguamente se utilizaba para referirse a pequeñas triquiñuelas que ayudasen a recordar algún dato muy concreto.

La primera vez que la ví fue en el libro de Miguel García Estébanez (Manual de mnemotecnia, 1907) y la utilizaba para referirse a una frase cuyo propósito era ayudar a recordar qué letras correspondían a cada número en el código fonético (véase La pastilla verde, capítulo 11, pág. 114).

La idea era que, en un momento de duda, acordándonos de la frase pudiéramos reconstruir la tabla del código fonético, puesto que siempre ha de resultar más fácil acordarse de una frase que no de una tabla:

El siguiente memorialín sirve para retener hasta que uno se acostumbra, que es muy pronto, el valor numérico de las consonantes:

tie	ne		Me	ri	lo		du	cal		po	bre	za
1	2		3	4	5		6	7		8	9	0

La idea no es nueva, pues ya Pedro Mata en su Manual de mnemotecnia de 1845 proponía este memorialín:

Sé tú, no más, rey; ley jaz que fue paz
0  1   2  3    4    5   6   7   8   9

En nuestros días estos tipos de memorialines están tan olvidados como la misma palabra «memorialín» (la excepción es Josep M. Albaigès), pero por si a alguien le hace gracia o le encuentra utilidad, he aquí algunas frases que he ido recopilando de viejos libros (¡ojo!, no todos utilizan la misma relación número/letras):

• Manuel Joaquín Pascual (Arte de ayudar a la memoria, 1875):

Si tú no me ries léjos, ¡qué felpa!
0  1  2  3  4    5 6     7   8  9

• Avelino Martínez González (Epítome mnemotécnico, 1916):

Sea ley. No, mi rey Pio: a jea, tea; a fea, quiá.
0   1    2   3  4   5      6    7      8    9

Alternativas:

Si Lia no me rie pia, Jou, tu fe cae.
Sea la Ana mi reo, apea, hijo tu faca.
Si lana meá, ropaje tufico.

• Ramiro Ros Ráfales (Mnemotecnografía, 1912).

Tiene mi reloj eco febeo
1  2  3  4 5 6  7  8 9

• Salvio Aliu (La magia de la memoria, 1952):

Tiene mi reloj, café y paz
1  2  3  4 5 6  7 8    9 0