En esta ocasión estamos ante el trabajo de un profesor de la universidad de Sonora (México), autor también de varios artículos académicos.

La formación y experiencia didáctica se refleja en un libro bastante bien escrito y estructurado. Digo esto porque es frecuente que muchos textos de mnemotecnia se presenten con un estilo coloquial, o «práctico», en un vano intento de disimular la torpeza del autor con las letras; por eso es de agradecer que en esta ocasión, aun cuando no aspire a ganar el nobel de literatura, el autor muestre cierto oficio en el arte de casar palabras.

Centrándonos ya en el contenido, parece necesario advertir ciertas cuestiones.

El libro no pretende exponer o explicar diversas técnicas de memorización, simplemente va a desarrollar una metodología de trabajo, apoyada principalmente en una modalidad del «método de los lugares», que nos conduzca a memorizar con éxito cualquier serie de datos. Así, por ejemplo, el código fonético se presenta como algo casi anecdótico, como un truco para memorizar números al que tan solo se le dedican poco más de cuatro páginas.

Esta metodología de trabajo se desarrolla a partir de la propia experiencia del autor, lo que otorga a la obra un carácter muy personal. Es decir, más que un libro de mnemotecnia, estamos ante una visión particular de la mnemotecnia.

Por ejemplo, el método de los lugares en realidad es más de lo que se enseña, se puede utilizar de otras formas y existen otras variantes, pero el autor ha encontrado una forma de utilizarlo que funciona bien y a ello dedica el libro, explicando con bastante acierto cómo poner en práctica este método, las dificultades que puedan aparecer, cómo aplicarlo a diversas materias, etc.

No es un libro muy completo en el sentido de que explique muchas cosas, pero sí es muy completo en el sentido de que explica una mecánica de trabajo desde la A hasta la Z.

También parece necesario advertir que aun cuando el autor sea profesor universitario, no es este un libro para estudiantes —aunque, obviamente, los estudiantes también le sacarán buen partido— sino que está abierto a cualquier interesado en aprender a memorizar, sean cuales sean sus necesidades.

Y no quiero terminar sin tomarme la licencia de reproducir el último párrafo del libro. Ya sé que para muchos resultará una trivialidad pero, como autor de varios trabajos de mnemotecnia, no puedo menos que suscribir estas palabras:

Finalmente —y aquí me pongo un tanto humanista— debe ser nuestra responsabilidad aportar a la humanidad comunicando, cuál buenos genes, los logros que la especie ha alcanzado a lo largo de los siglos. Por eso nos enseñamos unos a otros a leer y a escribir, a sumar, restar, multiplicar, argumentar y tantas otras cosas más. Lo hacemos para funcionar mejor en nuestra sociedad, pero también para mejorar la sociedad que habitamos nosotros mismos. Cuánto mejor no sería el mundo si todos fuéramos a la vez médicos, ingenieros, escritores, analistas financieros y nemotecnistas. Si no soy médico no puedo hacer a nadie médico, ni ingeniero si no soy ingeniero, pero por lo menos puedo ayudar a que otros lo sean enseñándoles a memorizar; no solo para que les sea más fácil ser doctores, ingenieros o analistas financieros, sino también para que sean mejores en la profesión o práctica de la que algún día podríamos necesitar de algún servicio.

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