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Breve Historia de la Mnemotecnia

Lectura
recomendada:

En busca de la memoria perfecta

En busca de la memoria perfecta: episodios en la historia de las técnicas de memorización

 ¡Lo quiero! 

Capítulo 2
En la edad media

La caída del imperio romano supuso el fin de una cultura y la pérdida de unos conocimientos que tardarían mucho tiempo en volver a ser redescubiertos. Tal es el caso de la mnemotecnia, de la que no volvemos a tener noticias hasta el siglo XIII, bien entrada la edad media.

Cuando San Alberto Magno, pero sobre todo su aventajado discípulo, Sto. Tomás de Aquino, estudian la obra de Aristóteles, encuentran el título De memoria et reminiscentia donde el filósofo aborda el tema de la memoria. Esto les recuerda aquel viejo tratado de retórica donde se describían unas técnicas de memorización (la Rhetorica ad Herennium, por entonces atribuida a Cicerón), y tomando dos ideas de aquí y dos de allá, Sto. Tomás compone cuatro reglas para mejorar la memoria que incluye en su Summa Theologiae escrita entre 1265 y 1272.

En lo que a mnemotecnia respecta, las palabras de Sto. Tomás no son gran cosa, pero despiertan el interés por el olvidado arte de la memoria entre los religiosos que estudian la doctrina del doctor angélico. Y así es como aquellas reglas que enseñaban a los oradores romanos a memorizar sus discursos, ahora enseñarán a los predicadores medievales a memorizar sus sermones.

Pero la mnemotecnia presente en algunos de los manuales para predicadores, que tienen su máximo auge en el siglo XIV, presenta una singularidad: a menudo renuncia a las imágenes extrañas. En el desarrollo del método loci normalmente asociamos los asuntos a recordar con el lugar de la ruta improvisando una imagen absurda, extraña, llamativa, etc. que fije un vínculo entre el lugar y el asunto; en la edad media la técnica es la misma pero no se emplea este tipo de imagen, los diversos datos a recordar sencillamente se «depositan» en el lugar de la ruta sin recurrir a ningún tipo de absurdos.

La explicación que se ha propuesto para este hecho es que los sacerdotes no sólo usaban la mnemotecnia para memorizar su sermón, sino que la compartían con el auditorio para que también sus fieles, al terminar la misa, recordasen la palabra de Dios. Por tanto, utilizarían imágenes simples que fueran comprensibles por gente sencilla y sin instrucción.

Para facilitar el recuerdo de los asuntos situados en cada lugar, ya que la asociación era muy débil, lo que se hacía era improvisar rutas que guardaran alguna similitud o evocasen la materia que se estaba memorizando. Esto lleva a la proliferación de diversos tipos de rutas u «órdenes», ya que cualquier sucesión de elementos dispuestos en determinado orden era susceptible de ser aprovechado como una ruta para el método loci. Veamos algunos ejemplos:

Unas rutas están inspiradas en la retórica romana, como el recorrido por las distintas capillas o elementos que encontramos dentro de una iglesia, o elementos destacados de las ciudades que atravesamos camino de Santiago de Compostela. Otras parten de conceptos medievales: la figura humana, como símil de la estructura social, sugiere una ruta por las diversas partes del cuerpo; el universo formado por esferas invita a un trayecto a través de las mismas, desde el cielo empíreo hasta el centro de la tierra. Más original resulta tomar como referencia los distintos puntos de un texto que conozcamos bien, o formar un acrónimo, donde cada letra de la palabra viene a ser como un lugar que recuerda el asunto cuya inicial coincide, precisamente, con dicha letra: aquí la asociación entre lugar y dato se establece sin ningún tipo de imagen.

Para citar este trabajo, utiliza la siguiente referencia:
SEBASTIÁN PASCUAL, Luis. Breve historia de la mnemotecnia [en línea]. Texinfo ed. 1.2. Mnemotecnia.es, Febrero 2014 [ref. de 28/03/2024]. Disponible en Web: <https://www.mnemotecnia.es/bhm>.

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